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domingo, 26 de diciembre de 2010

Dos, pero uno azul

martes, 9 de noviembre de 2010

Te me enredaste en la garganta, niñadigna, y no puedo sacarte de ahí.

Necesito escribirte para dejarte fluir, y que no te me conviertas en lágrima esta noche.

"Esta nena que dibujé está triste, porque no tiene sol".

Te dibujo, Digna, un sol, para que lo recortes y lo pegues ahí en plena hoja-vida. Llenemos de rayitos tu mundo de sombras. Llevate este sol, Digna, a tu casa, para que alumbre los rincones que te da miedo mirar. Espero que te abrigue en esas noches de frío, y que te seque los pies para que puedas jugar.

(Y sonrie, niñadigna, sonrie).


Ojalá pudiera yo entender tus cucos-miedos, para ahuyentarlos así de tu cabeza. Se me esconden a la vuelta del idioma, se me pierden allá en tu mundo de niña a media voz.


Ya no sé que espanta cuco enarbolar para hacerte reir. Y reís, Digna, reís, y cómo duele y qué poco dura tu sonrisa. Y qué inutil me siento esta noche escribiendote a lo lejos...

martes, 26 de octubre de 2010

Automatismo


Hay papeles, y muchos, en mi mañana de viernes.
Después de una larga noche de jueves, de caminatas colectivas, y sótanos musicales, la madrugada me entra por los ojos y se me queda ahí todo el día... Cuesta salir a la superficie después de esos estados , y ni hablar de lo que cuesta volver a la vida real, lejos de la música, los sótanos, las fotos...
Decía que hay papeles, y muchos. Informes atrasados, notas por firmar, sumarios policiales y muchos blancos etcéteras más.
Repaso las cosas que tengo que hacer, sin poder moverme ni empezar ninguna. Me distraigo con una miga de galleta criollita, que sigo hasta que cae en el teclado. Empiezo a limpiar el teclado y me entusiasmo. Cuando los dedos ya no alcanzan, busco una lapicera para limpiar entre las teclas. A esta altura el compañero serio y formal que se esconde dentrás de la otra computadora, empieza a mirarme extrañado, aunque tiene la buena costumbre de no preguntar demasiado.
Algunas porquerías se atascan debajo de las teclas, así que doy vuelta el teclado, y empiezo a sacudirlo para que se precipiten, tal como manda la gravedad.
De pronto veo que se asoma el compañero - primero un ojo, luego la nariz, y el otro ojo- observa dos o tres segundos, y luego pausado y serio (hasta neutral, diría) dice: "por un momento tuve la sensación de que podían empezar a caer palabras"

miércoles, 20 de octubre de 2010

ocultolandia


Vistas desde afuera las puertas dicen poco. La calle en sí es peligrosa y sucia, y esa vereda sur no la salva de semejantes adjetivos. Un par de firuletes dibujados tímidamente y al azar, y un poco de mugre que no resulta nisiquiera pintoresco. No mucho más. Pero como todas esas secretas emociones que se nos tienen preparadas (¿...?), lo mejor está del otro lado. Apenas cruzar la puerta alcanza para darse cuenta de que uno ingresa a otro mundo, en otro tiempo, con otra gente.
Podemos observar a mano derecha una habitación de 3mts por 4 mts donde tres sujetos de sexo masculino y un cuarto sujeto de sexo indefinido despliegan actividades lúdicas similares a las cirsences. Se observan los siguientes elementos, a saber: monopatin rodado 25 (?) con pedales (dos) (uno de cada lado). Banderas multicolres (violetas, verdes y rojas). Un olor un tanto sospechoso sobre-vuela el lugar -se sospecha actividad ilícita en grado de tentativa-.
Si se continúa por el pasillo que corre de norte a sur, (pero en este momento no corre sino que se ha detenido), se observa otra habitación, cuya puerta permanece cerrada y que esconde sin duda alguna el misterio del universo y de sus alrededores.
En tercer lugar se llega a la cocina, habitáculo cuyos bártulos están hechos, en su mayoría, de latas en desuso cuyas características violan al menos 8 artículos del código de salubridad de los alimentos, potencialmente peligrosas de contagiar todo tipo de bicho que se le ocurra a uno (y los que no también).
Luego se llega a una galería (ahhh... la galería) y se encuentra a una especie de sensei sentado entre enredaderas... "¿así que quieren exponer acá? Bienvenidos.
El lugar es chico, pero entran muchas fotos". Una vez allí, el mundo de afuera, la calle, sus mugres y peligros quedan afuera... pero en un afuera que no solamente es espacio...
Cosas como estas te van a pasar si caminás por la ciudad de noche...(pienso y son-rio).
No es un sueño, señores, no lo es... !!! aunque eso parezca hoy, luego de tanto despertador aturdiendo mi mente y luego de tanta tarea monótona desplegándose por ahí...
Y ahora que lo pienso, por eso te escribo, mundo, para salvarte de las telas de la rutina.

miércoles, 6 de octubre de 2010

prisión interior



Nunca podremos saber bien si somos culpables o inocentes de la pena que se nos imputa. Tampoco sabemos si es que se nos imputa alguna pena, o simplemente penamos de puro humanos que somos.
Lo (in)cierto es que la prisión interior merece una reflexión esta noche de poca luna.
Es simple. Simplísimo. La prisión interior aparece cuando no podemos salir de nos-otros mismos, aunque a veces el no poder muta en no querer, y ahí la cuestión cambia, y se vuelve algo así como un auto-exilio en (y de) nosotros.
De vez en cuando se nos concede (o nos concedemos?) la libertad, por ¿buen? comportamiento. Entonces podemos mirar, decir, llorar... Salir de ese "yo" que nos invade. Salir por los orificios, los huecos, las protuberancias, las extremidades, los órganos cóncavos y los convexos, las articulaciones, los folículos, y las espinillas. Fantaseamos que somos cualquiera de las otras personas del singular y sobre todo del plural. Otras veces cambiamos y ya no somos ni singular, ni plural, ni acaso personas, somos letras, signos de puntuación, acordes, imágenes, no importa. Solo somos sin serlo.
Pero luego, ohhhhhh luego..., volvemos sobre ese yo que siempre nos espera del otro lado de todo... con la completa certeza de que el encuentro será infalible. Y ahí estamos, solamente para recordarnos que allá en el fondo siempre nos espera la celda interior, esa de la cual nadie puede ayudarnos a salir.
Y está bien que así sea. En los más terribles encierros nacieron y se gestaron (o viceversa) las más hermosas obras y las más grandes ideas.
Quizás este sea un afán por idealizar el encierro. Quizás la mayoría de la gente desconoce su cárcel interna, y anda feliz por la vida con una libertad tan de manual que, por lo menos, me da pena, aunque a veces la envidie INsanamente.
Y la verdad que ahora... no podría decir... a ciencia cierta... de qué lado... de la reja... escribo... esta noche.

viernes, 1 de octubre de 2010


Qué te pasa. Sí, sí, a vos. Qué te pasa? Me mirás desde ahí, titilando. El fondo blanco y vos provocador e insinuante me mirás. Me mirás como si supieras que voy a escribir, y luego borrar, y luego escribir, y luego borrar, porque en ninguna de esas acciones encuentro salir de este sub-mundo interno. Me caes mal, cursor, me caes mal. Hoy siento que me interrogás, que me invitás a que me frustre por no poder escribir nada, o por escribir y que de todas formas no alcance. Pero acá va. Un revés. Voy a demostrarte que puedo llenar páginas de gritosbronca, alegría, tedio, algarabía y cuanta emoción se me ocurra o me atraviese. Ahora vas a pasar a estar vos en la mira: Propongo un ejercicio. Mirar el cursor mientras uno escribe. Es como si se fuese corriendo de a poco un telón que nos va dejando ver las cosas que ya estaban escritas. Ya están ahí. Es casi hipnótico (e infinitamente estúpido, quizás). Me descubro sorprendiéndome por el fenómeno. En realidad queda al descubierto mi amplia capacidad de sorpresa, ya que lo que aparece allí es ni mas ni menos que lo que escribo. Aun no me pasó que el muy turro (el cursor) escriba algo por sus propios medios. Sería, por lo menos, muy cortazarico y escalofriante si pasara.
Miro para otro lado, y lo observo de reojo. Me voy incluso de aquí, y vuelvo rápido, para ver si hace algo distinto. ALGO!! Pero nada. Titila ahí, el muy imbécil, solo para mostrarme lo infinitamente nada que me siento hoy.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Fueguitos




Aparece a lo lejos montado en una bicicleta enclenque que (como él) ya le dio mil vueltas a la vida. Va zigzagueando caprichosamente entre autos-colectivos-líneas varias. Interrumpe con calma el ritmo cotidiano, cuando el día empieza a dejarle lugar a la oscuridad (co-protagonista de su brillante función). Prefiere las noches de luna llena, aunque se conforma con que, eventual y cíclicamente, anochezca antes de amanecer, o viceversa.

Lleva sus fueguitos a cuestas: impacientes se asoman por uno de los aujeros de la mochila que esconde la magia de su personaje.

"Pantalón brillante según la ocasión, según la esquina y según el humor".

Con frases como esta y sus sonrisas de invitación, te va disfrazando el ánimo, y cuando te das cuenta, ya te maquilló en la cara una risa indeleble.
Cuando el semáforo dictamina al mundo su sentencia de inmovilidad, malabar irreverente se mete de un salto en su bicolor escenario peatonal, destacado por decenas de iluminadores móviles e involuntarios. Despliega desde allí su danza de fueguitos, sus saltos, sus piruetas, sus destrezas y sus glorias.

“mirenme bien,
este soy yo,
este es mi acto el que vengo a mostrar.
Preste atención,
voy a empezar,
yo soy el compadre malabar.
Que mire ahora la dama...
que despierte el caballero...
esto que vengo a mostrarles,
es mi arte callejero"

Malabar crea y recrea círculos que perduran más allá de lo real. Se le huele desde lejos la murga que lleva en la sangre. Lo que no te avisa es que es contagiosa, y que cuesta escribir sobre él sin usar versos capicúas.
El compadre sabe mejor que el padrenuestro (aunque se permita pensar que sea solo padre de ellos)es que su acto es fugaz. Su arte se esmera por aparecer ahí en el paréntesis de nada que queda entre el rojo y el verde. Nadie se queda el tiempo suficiente como para conocerlo, para impactarlo, para criticar sus errores, o festejar sus avances. Los coches llegan, se frenan, lo miran y se van. Malabar queda solo, parado en el medio de la vida (y de la vía) esperando que la secuencia se repita una, y otra y otra vez. Eso en un punto lo seduce. Sabe que cada dos minutos tiene la posibilidad de volver a empezar, de lucirse como nunca antes hasta ahora, aunque nadie lo sepa porque nada entienden de sus nuncas y sus antes. La oferta es simple: un tiempo sin historia, sin compromisos, sin identidad. Solo los une el ahora y el contacto reducido al tiempo que demora la moneda en rodar de un propietario a otro.
La vida de Malabar, al menos mientras trabaja, es una vida de eterno y veloz presente, donde no hay tiempo para pensar en pasados varios. Sí le preocupa el futuro, el de la olla al llegar a la casa, el de la panza de "la Turca" que amenaza con convertirlo en padre de un momento pa otro, el de los putísimos $3,95 que juntó hasta ahora. Por eso al Compadre le gusta también esa gente que lo reconoce. Esos que se desvían dos cuadras para engañar la rutina y la espera, y le piden algunas proezas de antaño. Él se esfuerza y los complace, y sabe que siempre, o casi siempre, el complacido paga bien.
Malabar sonríe todo el tiempo, pero después de un par de horas, uno empieza a diferenciar sus sonrisas. Está la sonrisa de su acto, “sonrisa de rojo", esa que tiene perfectamente estudiado a quién dirigir, mientras con un ojo acompaña una guiñada, y con el otro sigue los fuegos que revolea pa’ arriba. Esa sonrisa lo hace ver triste, solo y un poco viejo, aunque allá en el fondo se note que se divierte. Pero… ah… con el verde... Con el verde aparece la vida: Malabar abandona la calle y renace. Con la sonrisa de verde se trepa al cordón de la vereda, o se sienta en el cantero más próximo, mientras el semáforo (inmutable) le da paso al mundo atolondrado lejos de su protagonismo. Ahí el Compadre reflexiona sobre la vida, y da cátedra al respecto. Te enseña de la gente, de las cosas y de todo lo demás. La sonrisa es, entonces, más fresca, espontánea y real. A veces, entre risa y risa, le pregunta a la Turca si molesta mucho el humo, y ella contesta divertida que el viento va para otro lado hoy. Cuando el amarillo lo llama a escena, y lo anuncia con destellos, Malabar se va despacio, encomendándote el pucho, y tirando a la calle los últimos comentarios para no cortar la charla, antes de volver a la sonrisa de trabajo.
El compadre disfruta llevando su arte a cuestas, aunque cueste (valga el predecible juego de palabras). Es la vida que elije entre tantas otras disponibles (que cada vez van siendo menos a medida que se acerca a los treintaialgo). De a poquito y más cansado, se va achicando de a poco, llevando fueguitos, turca e hijo, montados en su bicicleta. Se confunde con las líneas amarillas de la calle, aunque si uno se fija bien, de vez en cuando destella.



martes, 27 de julio de 2010

Irónicas Paradojas.


Hoy me llamó por teléfono Eduardo Galeano. "Necesitamos hablar con la Srta. X", me dijo. De entrada me sonó medio raro el plural, pero viniendo de él, me identifiqué sin recelos: Habla X, dije.
Reconozco tristemente que esperaba una verdad, una señal, o acaso una frase chiquita. Me hubiese bastado con una queja de esas explosivas que se manda Eduardo a veces, e inclusive tenía varias denuncias para compartir, y amargarnos juntos.
Me limité a decirle: hola, Eduardo Galeano... y antes de que termine la frase (que dicho sea de paso, no hubiese sabido como terminar), ya me estaba diciendo que "por pertenecer a una categoría preferencial de clientes Claro, Claro me había seleccionado para obsequiarme un modem guai fai TOTALMENTE gratis, para conecatarme desde cualquier lugar".
Hubiese querido decirle: el problema no es Desde donde nos conectamos, sino Hacia donde lo hacemos, Eduardo. Parece que hablo de lugares, pero bien sabemos que no es cierto.
Tampoco hubiese estado nada mal decir algo como: a esta profundidad de mi vida, Eduardo, descreo profundamente de las cosas totalmente gratis. Esto es así desde no me acuerdo cuando, porque me olvidé de pagar por mi memoria (y prefiero seguir sin hacerlo). Las cosas gratis de verdad no se jactan de serlo, y acaso no valen la pena.
La mejor de todas las respuesta hubiese sido algo como: "la paradoja ha de ser, se me ocurre, el espejo que la historia usa para tomarnos el pelo".
Pero... todos sabemos que agradecí, negué, y luego me despedí, con un "chau, Eduardo Galeano", menos expectante que el saludo inaugural.



martes, 6 de julio de 2010

Insomnio inDigno


"quien vive en esa casita que dibujaste?, Digna?" ella mira desde sus cinco años que parecen mil. Se llama Digna, y lo es.
-Lástima y lastima que no se llame Esperanza-
Lleva a cuestas su silencio y prefiere jugar con sus ideas, porque el mundo real es demasiado peligroso para ella.
No encaja en el sistema. Para todos sería más fácil que tome dosis regulares de alguna droga que la amolde a lo que se espera de ella: que haga la cursiva prolijita y que no se pase de la línea cuando pinta.
" - en esa casa vive una nena, y llora porque está triste y se va a morir.
- y si le inventamos otro final a su historia?¿qué otras cosas le podrían pasar a esa nena del cuento?
- la doctora se la lleva a vivir a su casa, donde tiene una cama y frazadas, y la salva".
La doctora que no es tal, vuelve a su casa, que no es tal, y llora ahora sí, sin discimulo con un llanto tan inutil como propio.

Se llama Digna, y lo es. Lleva a cuestas no solo su silencio, sino el de todos nos-otros, que le enseñamos a que se acomode allí.
Se calla, mira para arriba y se ríe, porque a veces sus pensamientos son un lugar seguro y hasta divertido. La gente cree que es peligroso que juegue con sus ideas. Eso la hace rara e impredecible. Ergo, hay que rotularla. Busquemos un rótulo bien grande que le tape la frente, los ojos, las ideas y la risa. Pensemos que es ella la que está "loca", y no que somos infinitamente estúpidos y enfermos por no poder salvarla de ese mundo de cucos que la esperan por doquier.

lunes, 5 de julio de 2010

la vida ese paréntesis


"La vida, ese paréntesis..." decía Mario con su voz cansada, antes de írsenos al menos acá, que queda vaya uno a saber en qué fatalidades.

De vez en cuando fantaseo con paréntesis gigantes en la vida. Los imagino un poco acolchonados de forma que permiten recostarse ahí y fumar un pucho, mientras jugamos con las piernas en el vacío de los renglones que nos quedan por llenar.
"Cuando el no Ser queda en suspenso se abre la vida ese paréntesis." Nos decía (y sigue diciendo) Mario desde siempre, y siempre en este caso no es un tiempo sino un lugar.
Los paréntesis nos permiten deslizar en el texto todo aquello que aclara u oscurece. Generan (in)cierta complicidad, y lo que me gusta de ellos es que le dan como otro nivel a la palabra, otra existencia a ese no ser que queda en suspenso, y se desliza.
también... y por eso quizás me gustan tanto, nos mantienen a salvo del mundo que a veces se empeña en sobre-escribirnos en letras simulcop, mientras nosotros intentamos des-cribirnos (no en soledad) con refiruleteadas imprentas alguna vez improvisadas, y ahora simplemente incorporadas, pero siempre propias.
Se mezclan varias imágenes: el sueño eternamente recurrente de la montaña verde, casi de terciopelo; el cuadro de mi abuelo; un caño de esos circulares y gigantes que parecen túneles... todo eso y mucho más forman mis paréntesis. Pero también llevo paréntesis portátiles conmigo. Los guardo en el bolsillo del pantalón, y los despliego en plena rutina cuando me hacen falta, cuando es el Ser el que queda en suspenso, y es el no ser el que necesita abrirse a la vida.

(foto: Alex Escorihuela)

jueves, 24 de junio de 2010

el Punto Impropio


"es aquel donde se juntan las rectas paralelas en el infinito".

Punto rebeldón y simpaticoide que se anima a desafiar todas las leyes establecidas, creando a su vez una nueva.

Imagino, vaya uno a saber por qué, una fiesta en ese punto, donde paralelas que nunca se tocaron confluyen, por fin, y fluyen.
Impropio suena también a inapropiado. Pero seguramente, las rectas se arpopiarán de él hasta hacerlo propio y ajeno, diestro y siniestro o nuestro, y ya no importará la propiedad, que seguramente dejará de ser privada.

jueves, 27 de mayo de 2010

muchos mundos


Cerrar los ojos y la vida a los estímulos que irrumpen de alguna forma. Elegir la música que sea compatible, o por lo menos solidaria, con el estado actual.

Los intereses diarios y nocturnos se hacen un bollo cuando el mundo de verdad irrumpe en nuestra vida, siempre inventada.

Sentimiento (o sensación, más no sensatez) de pérdida de límites, de telepática intuición de sentimientos ajenos y lejanos. De hambres que nunca sentimos, de lágrimas que nunca lloramos, de broncas que nunca imaginamos, de vidas que nunca sufrimos.

El noticiero, esta luz, el cucú, la cámara, los caramelos y mi celular me parecen absurdos esta noche. Yo parezco absurda esta noche. Este blog, parece absurdo esta noche. Y lo es. Pero también es (casi) la única forma que conozco de gritar con voz muda todo eso que el mundo no quiere escuchar. Porque, como yo, vas a amargarte un rato... pero... después vas a apagar la luz con un molesto dolor en la costilla y hasta un nudo medio molestiforme en la garganta. Después vas a mirar como zombie la computadora, vas a fumar uno o dos o quizás mil cigarrillos. Y sí, vamos a desvelarnos, pero luego vamos a volver a velarnos y a dormirnos, y cuando lo hagamos -tarde o temprano- esta sensación (que es tan de mierda como necesaria e inherente a lo que somos), va a desaparecer a fuerza de procesos oníricos varios.

Mañana, si todo sale "¿bien?" no va a estar la impotencia, ni el desgarro ni el absurdo. Simplemente será viernes (o el día que se te ocurra).

Y... sí, uno no puede andar con las venas abiertas por el mundo, sangrando vidas ajenas ni propias. Una herida abierta, corre, como cualquiera sabe, riesgo de infección. El tema es que, esta noche, puntualmente, prefiero la infección a la cómoda asepsia, y si algo se duerme espero que no sea el sueño.


jueves, 6 de mayo de 2010

Viajes


La noche tiene un qué se yo que invita a ...

Repaso mental de todas las cosas que me llevaron hasta el momento actual: el frío naciente, manos en los bolsillos, música en las orejas y vamos andando, a caminar de noche.

Una especie de circo de animales sueltos alrededor y todo se mueve al ritmo del tema del mometo. Todos nostálgicos, festivos o en cámara lenta, según mis ganas e imaginación.

Llego a la parada, ergo, me paro a afrontar la espera, que de noche y lejos de casa se hace más eterna, pero a veces más interesante (no hoy, que es simple y llanamente eterna). Allá lejos y despacio (siempre despacio) viene el bondi. No el que nos deja en la puerta, claro, sino el que nos acerca para que podamos tomar otro, que sí nos deje en la puerta. Conexiones, como en el subte, como en la vida. Esa espera, aunque más cercana, se hace más eterna.

Debo confesar que me siento un poco omnipotente al parar una mole de 2 toneladas (no tengo idea cuanto puede pesar un bondi) con el solo movimiento de la mano (son esos pequeños delirios diarios que me divierten). Escaleras a Subir. "Mbuenas"... pip de tarjeta, mano al orificio por donde sale el tiket. Recepcionar el tiket. Tiket al bolsillo del pantalón. Buscar asiento, de preferencia, solitario. Automatizaciones varias. Cabeza en el vidrio y allá vamos o venimos. La música me taladra o construye la mente, me vuela o me pisa... Soy menos omnipotente ahora, y más vulnerable desparramada en mi asiento, en el mejor de los casos.

Pero es de noche. Y todo es distinto de noche. Y no es solo por la falta de luz. No es la misma noche de las 6 de la mañana, cuando las cosas tienen otro olor, y la mente piensa distinto. No no. Es otro mundo dentro del mismo. La gente cobra otra forma. La nostalgia es más nostalgia, el dolor es más doliente, pero (y por suerte) la risa es más risueña y sincera.

Dejarse llevar. No atar la mente a ningún punto fijo. Re-creo escenarios de la música que escucho, mientras varios otros de esos acríticos y hasta alienados comparten el movimiento de badenes y pozos varios. Por lo menos, 20 mentes pensando distinto, hasta que pase algo que los conjugue en un pensamiento común (ejemplo: puteada del chofer a transeúnte sin identificar).

Tocar el timbre. Bajar escaleras y desparramar la humanidad propia en el cordón o gabinete más cercano. Allá lejos y despacio (siempre despacio) viene el bondi. Escaleras a Subir. "Mbuenas"... pip de tarjeta, mano al orificio por donde sale el tiket. Recepcionar el tiket. Tiket al bolsillo del pantalón. Buscar asiento, de preferencia, solitario. Automatizaciones varias. Cabeza en el vidrio y allá vamos o venimos.

jueves, 29 de abril de 2010

la danza


La cola. Ya no venden maní con chocolate. El vendedor de turno ofrece beldent, o pide colaboración a criterio del público, que al parecer no tiene criterio.

El olor a teatro de nostalgia. Butacas tan esenciales, tan prácticas y funcionales que da gusto estar profundamente incómodo e inestable. Mientras más se tenga la sensación de que las piernas quedan por encima de la linea del ombligo, más en el teatro se siente uno.

La música de espera. Invariablemente ponen música de telo o de consultorio de dentista (por qué los dentistas ponen música de telo en sus consultorios? Será que la re-memoración del coito hace de la espera previa algo menos estresante?) ... (quiero creer que no es al revés, y no son los telistas los que ponen música de sala de espera de sillón del odontólogo).

Las luces que se van, y la tensión de cientos de desconocidos que contienen la respiración y el comentario. La expectativa nos une en un silencio, y de alguna forma nos hace comunes (aunque no corrientes). Ya no se escuchan las cajitas de maní con chocolate en un más allá cercano (pues, como dije antes, no hay quien las venda). Un par de toses características, y allá vamos. El ruido del telón y las luces.

Las figuras se recortan y es como un sueño. Muestra onírica, con los mismos colores y movimientos. Es como una magia que fluye entre el escenario y los cientos de unos-mismos que miran con ojos sonrientes. La música empieza a emerger y ya estamos definitiva-mente ahí, en un juego de luces y sombras que hacen que el encanto sea irreversible.

Siempre tengo la ilusión de que los artistas tienen secretos amoríos. Se miran, se tocan y se buscan de una forma tal que solo tiene precedentes en el amor. Quizás se miran con ojos de arte, aunque desconozco, pues no tengo ojos de arte.

Reconozco que, en los pasos más insinuantes, al igual que en el teatro, busco la secreta erección del hombre, o el tímido estremecimiento de la mujer, o cualquiera de los dos en plural si se trata de dos hombres o dos mujeres, para corroborar mi absurda teoría de los amoríos sobre y bajo el escenario.

El artista baila/actua/canta y el mundo no existe. Se detiene y ya nada importa.

Después de las luces y los aplausos, aparecen ahí, en el medio de las tablas, con toda su humanidad a cuestas. Con su ser persona tan evidente, que el vuelo que despliegan durante toda la escena, se funde al final con la lágrima, la risa sincera...hasta con la transpiración y la agitación del caso. Solo humanos, al final. Llorosos, risueños, transpirados, agitados, y sin erección ni estremecimiento visibles. Pucha che.

miércoles, 28 de abril de 2010

velos II




Me quedé colgada en el des-velo y todos sus derivados. A veces invento redes de palabras con forma de escalera, para subir o bajar, dependiendo de donde me encuentre.

Resulta, si lo pensamos bien (o mal o como fuere), que re-velar implica volver a velar, como si, dotando de luz a esa imagen inmovil y expectante, volviésemos a taparla, en un juego in-finito. Ilusos de nosotros, pensamos que podemos hacerla tangible y tenerla ahí, al alcance de la mano de los ojos y del alma, pero el proceso mismo de revelado, implica, justamente, todo lo contrario.

Quizás la realidad se esconda a veces, y lo que pretende es bailar una danza (también infinita), para despojarse de todo aquello que inventamos para velarla. Velo, (i) realidad se conjugan, una vez más, o una vez menos.

martes, 27 de abril de 2010

el des-velo.







Está ahí, expectante, hasta que llegue la luz para descifrarlo y emerger. Está desde siempre, desde el momento mismo en que le dimos existencia, o mejor dicho, desde que capturamos su existencia hasta hacerla tangible.


Guardando mundos infinitos o infinitos mundos, espera a salvo de in-clemencias varias.



Demasiada luz, y la imagen se pierde, se borra, se destruye. Demasiada oscuridad, y las siluetas se vuelven imperceptibles aunque podamos intuirlas. La distancia precisa, el equilibrio perfecto entre luz y sombra, para darle forma a algo que ya lo tuvo anteriormente. Velo, des-velo, re-velo. Vuelo, re y des-vuelo. Lo hago a diario, (y también a nocturno).

jueves, 15 de abril de 2010

deja vú virtual




No se si por error o acto fallido (quizás por acto erroneo o fallido error) borré mis primeras reflexiones triple doble vé. Mis primeras palabras en el mundo de la virtualidad pasaron a formar parte de virtualidades menos accesibles...


Resulta que quería conservarlas, me parecía divertido leer mis ideas a priori devenidas públicas (e im-púdicas). Empecé entonces a autobuscarme en frases, y ahí están (o ahí estoy). El "buscador" (oficio bastante particular, no?) me remite a lugares que estuvieron una vez (señal de que no lo soñeee, e e e eee), pero ya no están, ¿o siguen estando? ¿cómo definir esa existencia tan inestable e intangible, hasta diría remota?. Es como una especie de deja-vú escondido, un rincón, testigo de mis delirios primeros, inexistentes, pero al alcance de la mano.


En mi afán de controlar aquellas pequeñas cosas (como revancha de las grandes que no puedo controlar), intenté re-construirme a partir de los primeros delirios. El resultado es bastante lamentable... Resulta que las reflexiones primeras son mejores cuando son simplemente eso, y no admiten segundas vueltas. La búsqueda resultó ser como una investigación cuasi-arqueológica. Frase por frase des-enterrada de vaya uno a saber qué cosas.


De nuevo el tiempo y el espacio se deforman, rescato de un lugar que ya no existe, ideas pasadas que se imponen desde mi presente de hoy. Voilà.


lunes, 12 de abril de 2010

insomnios


El insomnio es ese "tiempo de nada" entre un mundo y otro, donde nos encontramos con todo lo que somos (y lo que no).

martes, 6 de abril de 2010

vuelos


"Saltemos, salgamos, solo subamos, hasta que alguien nos sostenga de nuevo. Sabiendo que soñamos. Soltemos la soga que suelta el cielo al suelo". Que el mundo gire como loco sin cielo arriba ni abajo. Que el cielo sea cielo, sin que sirva de referencia ni interferencia. Sino, saltemos. Saltemos esa soga, haciendo de todo un juego.

Levar anclas, desplegar velas, abrir las alas, desatar los nudos. Viajemos en barrilete, riámonos de la gravedad, la propia y la ajena. La que nos mantiene a veces allá en el fondo.

Que el alma se haga risa, y desde ahí, salte. Que suba tranco a tranco por la soga, pero que, esta vez, sea el barrilete el que nos remonte, desafiando las convencionalidades que indican que debe ser justamente al reves. Planeemos. No de planes, sino de vuelo sin velos.

Aprovechemos, miremos todo desde arriba, ya que, tarde o temprano, sabemos que volveremos a caer, para volver a levantarnos y seguir así con la ciclo-timia nuestra de cada día.

lunes, 5 de abril de 2010

montaña rusa


A hacerle honor al título, se ha dicho.
Ciclotimias. Ciclotímica por naturaleza, optimista por aprendizaje, pesimista por vicio, sensible por defecto, social por elección, comunitaria por vocación, confiable por adiestramiento, madura por "adaptación", sigilosa por supervivencia, conformista por conformismo, detallista por herencia, timida por complejos, "rebelde" por rebeldía, consumista por alienación, pacifista por convicción, mediadora por ejercicio, contra, por deporte, cómoda por costumbre, costumbrista por comodidad. Estructurada por necesidad, Inocente por inexperiencia, culpable por acorralamiento, defensora por ideología, contradictoria por que sí, y a la vez, porque no. Seductora por placer, insegura por definición, nerviosa por ansiedad, insomne por todo esto, y mucho más. Analista por profesión, vaga por desganada, soñadora por disconforme, libre por ansias, cautiva por seguridad, dañina por existencia, impotente por ignorancia, ignorante por descuido, descuidada por desatenta. Responsable por dictamen, víctima por dramatización, sobervia por discimulo, predecible por estabilidad, impredecible por cansancio, pensativa por coherencia, seria por inconformidad, bipolar por constitución (la palabra, no el lugar), adelantada por estímulo, curiosa por necesidad, autocrítica por implacable, reflexiva por composición, independiente por seguridad, dependiente por tradición...
Pasen y vean. No hay mucho más. Nisiquiera este reducido y simplón intento de describirme y entenderme, conduciéndome a causas específicamente precisadas, hace que el desorden y la confusión se aplaquen. Lo peor, es que lo sospeché desde un principio.

martes, 16 de marzo de 2010

Triple doble vé (re-made)


Puedo hacer que tiempo y espacio se deformen a mi antojo, manejándolas desde este presente tan irreal. Aquí va, la reconstrucción de aquello que sigue siendo lo mismo (desde el futuro, disfrazado):


Nunca entendí esto de los bloggs... Aunque el concepto me sedujo desde siempre (como casi todo lo que no entiendo). Siempre lo vi como una especie de paradoja. Una paradoja entre la inminente necesidad de crear un espacio de virtualidad único, íntimo (ajeno a convencionalidades y realidades varias) por un lado y por el otro, la intención de dejarlo ahí, al alcance y merced de los ojos de todo el mundo (que sepa leer y tenga acceso a Internet... lo cual deja afuera a una gran parte del mundo, no?).
Se mezcla algo de narcisismo: un impulso a mostrarnos, pero permaneciendo a la vez ocultos. Expuestos, pero a salvo de todos esos otros, que pasan a formar parte de una masa uniforme e impersonal que nos observa desde lejos (en el mejor de los casos).
Se mezcla también una dosis de voyeurismo oculto, casi hasta diría nocturno Esta necesidad de espiar a los demás, ver qué y cómo escriben, qué piensan
cómo sienten esos millones de otros intangibles, desconocidos que, como yo, necesitan plasmar, crear, destruir, construir, y varios etcéteras.
Otros con (y EN) los que buscamos encontrarnos y desencontrarnos permanentemente, recreando pequeñísimos espacios de irrealidad, porque no podemos o no queremos encontrarnos con aquellos con los que compartimos gigantescos espacios de realidad.
Quizás no importan los otros. Podemos dejarlos un rato en paz.
Quizás lo que necesitamos es escribir o representar de alguna forma todo aquello que nos aplasta, nos eleva, nos conmueve, transforma o deforma, nos desvela rebela, nos ríe o nos hace reir, nos llora o nos hace llorar, o, simplemente, nos "nada". En definitiva, todo eso que nos mantiene vivos, y que nos conduce a pequeñísimas muertes cotidianas si no lo escribimos, o le damos existencia de alguna forma más allá de nuestras mentes, nuestras sensaciones, nuestros sueños o lo que fuere.
Porque, es hora de asumirlo, se los permita o no, siempre buscan la forma de alcanzar la luz, de encontrar la salida de esto que a veces se vuelve un túnel oscuro con sobre dosis de mi.
Se necesita también una considerable dosis de una soberbia, que nos permita creer que a alguien en este puto mundo le interesa lo que se nos pasa por la mente (o por cualquier otro órgano, según la ocasión). ...
No voy a negar (a quien habría de negárselo? ja) que me siento infinitamente estúpida escribiendo esta noche, abriendo un blogg que me suena un poco adolescente.
En todo caso, es algo que vengo haciendo hace mucho, muchísimo tiempo... auque mis privadas reflexiones nunca estuvieron precedidas por una triple doble vé. ...