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martes, 9 de noviembre de 2010

Te me enredaste en la garganta, niñadigna, y no puedo sacarte de ahí.

Necesito escribirte para dejarte fluir, y que no te me conviertas en lágrima esta noche.

"Esta nena que dibujé está triste, porque no tiene sol".

Te dibujo, Digna, un sol, para que lo recortes y lo pegues ahí en plena hoja-vida. Llenemos de rayitos tu mundo de sombras. Llevate este sol, Digna, a tu casa, para que alumbre los rincones que te da miedo mirar. Espero que te abrigue en esas noches de frío, y que te seque los pies para que puedas jugar.

(Y sonrie, niñadigna, sonrie).


Ojalá pudiera yo entender tus cucos-miedos, para ahuyentarlos así de tu cabeza. Se me esconden a la vuelta del idioma, se me pierden allá en tu mundo de niña a media voz.


Ya no sé que espanta cuco enarbolar para hacerte reir. Y reís, Digna, reís, y cómo duele y qué poco dura tu sonrisa. Y qué inutil me siento esta noche escribiendote a lo lejos...

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