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jueves, 27 de mayo de 2010

muchos mundos


Cerrar los ojos y la vida a los estímulos que irrumpen de alguna forma. Elegir la música que sea compatible, o por lo menos solidaria, con el estado actual.

Los intereses diarios y nocturnos se hacen un bollo cuando el mundo de verdad irrumpe en nuestra vida, siempre inventada.

Sentimiento (o sensación, más no sensatez) de pérdida de límites, de telepática intuición de sentimientos ajenos y lejanos. De hambres que nunca sentimos, de lágrimas que nunca lloramos, de broncas que nunca imaginamos, de vidas que nunca sufrimos.

El noticiero, esta luz, el cucú, la cámara, los caramelos y mi celular me parecen absurdos esta noche. Yo parezco absurda esta noche. Este blog, parece absurdo esta noche. Y lo es. Pero también es (casi) la única forma que conozco de gritar con voz muda todo eso que el mundo no quiere escuchar. Porque, como yo, vas a amargarte un rato... pero... después vas a apagar la luz con un molesto dolor en la costilla y hasta un nudo medio molestiforme en la garganta. Después vas a mirar como zombie la computadora, vas a fumar uno o dos o quizás mil cigarrillos. Y sí, vamos a desvelarnos, pero luego vamos a volver a velarnos y a dormirnos, y cuando lo hagamos -tarde o temprano- esta sensación (que es tan de mierda como necesaria e inherente a lo que somos), va a desaparecer a fuerza de procesos oníricos varios.

Mañana, si todo sale "¿bien?" no va a estar la impotencia, ni el desgarro ni el absurdo. Simplemente será viernes (o el día que se te ocurra).

Y... sí, uno no puede andar con las venas abiertas por el mundo, sangrando vidas ajenas ni propias. Una herida abierta, corre, como cualquiera sabe, riesgo de infección. El tema es que, esta noche, puntualmente, prefiero la infección a la cómoda asepsia, y si algo se duerme espero que no sea el sueño.


jueves, 6 de mayo de 2010

Viajes


La noche tiene un qué se yo que invita a ...

Repaso mental de todas las cosas que me llevaron hasta el momento actual: el frío naciente, manos en los bolsillos, música en las orejas y vamos andando, a caminar de noche.

Una especie de circo de animales sueltos alrededor y todo se mueve al ritmo del tema del mometo. Todos nostálgicos, festivos o en cámara lenta, según mis ganas e imaginación.

Llego a la parada, ergo, me paro a afrontar la espera, que de noche y lejos de casa se hace más eterna, pero a veces más interesante (no hoy, que es simple y llanamente eterna). Allá lejos y despacio (siempre despacio) viene el bondi. No el que nos deja en la puerta, claro, sino el que nos acerca para que podamos tomar otro, que sí nos deje en la puerta. Conexiones, como en el subte, como en la vida. Esa espera, aunque más cercana, se hace más eterna.

Debo confesar que me siento un poco omnipotente al parar una mole de 2 toneladas (no tengo idea cuanto puede pesar un bondi) con el solo movimiento de la mano (son esos pequeños delirios diarios que me divierten). Escaleras a Subir. "Mbuenas"... pip de tarjeta, mano al orificio por donde sale el tiket. Recepcionar el tiket. Tiket al bolsillo del pantalón. Buscar asiento, de preferencia, solitario. Automatizaciones varias. Cabeza en el vidrio y allá vamos o venimos. La música me taladra o construye la mente, me vuela o me pisa... Soy menos omnipotente ahora, y más vulnerable desparramada en mi asiento, en el mejor de los casos.

Pero es de noche. Y todo es distinto de noche. Y no es solo por la falta de luz. No es la misma noche de las 6 de la mañana, cuando las cosas tienen otro olor, y la mente piensa distinto. No no. Es otro mundo dentro del mismo. La gente cobra otra forma. La nostalgia es más nostalgia, el dolor es más doliente, pero (y por suerte) la risa es más risueña y sincera.

Dejarse llevar. No atar la mente a ningún punto fijo. Re-creo escenarios de la música que escucho, mientras varios otros de esos acríticos y hasta alienados comparten el movimiento de badenes y pozos varios. Por lo menos, 20 mentes pensando distinto, hasta que pase algo que los conjugue en un pensamiento común (ejemplo: puteada del chofer a transeúnte sin identificar).

Tocar el timbre. Bajar escaleras y desparramar la humanidad propia en el cordón o gabinete más cercano. Allá lejos y despacio (siempre despacio) viene el bondi. Escaleras a Subir. "Mbuenas"... pip de tarjeta, mano al orificio por donde sale el tiket. Recepcionar el tiket. Tiket al bolsillo del pantalón. Buscar asiento, de preferencia, solitario. Automatizaciones varias. Cabeza en el vidrio y allá vamos o venimos.