"quien vive en esa casita que dibujaste?, Digna?" ella mira desde sus cinco años que parecen mil. Se llama Digna, y lo es.
-Lástima y lastima que no se llame Esperanza-
Lleva a cuestas su silencio y prefiere jugar con sus ideas, porque el mundo real es demasiado peligroso para ella.
No encaja en el sistema. Para todos sería más fácil que tome dosis regulares de alguna droga que la amolde a lo que se espera de ella: que haga la cursiva prolijita y que no se pase de la línea cuando pinta.
" - en esa casa vive una nena, y llora porque está triste y se va a morir.
- y si le inventamos otro final a su historia?¿qué otras cosas le podrían pasar a esa nena del cuento?
- la doctora se la lleva a vivir a su casa, donde tiene una cama y frazadas, y la salva".
La doctora que no es tal, vuelve a su casa, que no es tal, y llora ahora sí, sin discimulo con un llanto tan inutil como propio.
Se llama Digna, y lo es. Lleva a cuestas no solo su silencio, sino el de todos nos-otros, que le enseñamos a que se acomode allí.
Se calla, mira para arriba y se ríe, porque a veces sus pensamientos son un lugar seguro y hasta divertido. La gente cree que es peligroso que juegue con sus ideas. Eso la hace rara e impredecible. Ergo, hay que rotularla. Busquemos un rótulo bien grande que le tape la frente, los ojos, las ideas y la risa. Pensemos que es ella la que está "loca", y no que somos infinitamente estúpidos y enfermos por no poder salvarla de ese mundo de cucos que la esperan por doquier.
-Lástima y lastima que no se llame Esperanza-
Lleva a cuestas su silencio y prefiere jugar con sus ideas, porque el mundo real es demasiado peligroso para ella.
No encaja en el sistema. Para todos sería más fácil que tome dosis regulares de alguna droga que la amolde a lo que se espera de ella: que haga la cursiva prolijita y que no se pase de la línea cuando pinta.
" - en esa casa vive una nena, y llora porque está triste y se va a morir.
- y si le inventamos otro final a su historia?¿qué otras cosas le podrían pasar a esa nena del cuento?
- la doctora se la lleva a vivir a su casa, donde tiene una cama y frazadas, y la salva".
La doctora que no es tal, vuelve a su casa, que no es tal, y llora ahora sí, sin discimulo con un llanto tan inutil como propio.
Se llama Digna, y lo es. Lleva a cuestas no solo su silencio, sino el de todos nos-otros, que le enseñamos a que se acomode allí.
Se calla, mira para arriba y se ríe, porque a veces sus pensamientos son un lugar seguro y hasta divertido. La gente cree que es peligroso que juegue con sus ideas. Eso la hace rara e impredecible. Ergo, hay que rotularla. Busquemos un rótulo bien grande que le tape la frente, los ojos, las ideas y la risa. Pensemos que es ella la que está "loca", y no que somos infinitamente estúpidos y enfermos por no poder salvarla de ese mundo de cucos que la esperan por doquier.
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