Llueve, y todavía es domingo, y me encuentro un poquito sin buscarme, y justo ahí se corta la luz, y qué hago ahora... mejor saco fotos de la lluvia, y pongo un trapito amarillo en el balcón para que no se meta el agua, porque aunque sea pintorezco después tengo que limpiar, y las gotitas hacen olas en el balcón, el trapito no resiste, y mi costumbre de andar descalza empieza a dejar huellas negras en todo el piso blanco, y qué me importa! Parpadea la batería de la cámara, y yo sin sueño, sin luz, sin pilas y sin gato (qué hará ahora, con tanta lluvia?) una foto más... y otra... y dibujo con luz las luces del cielo porque está oscura la casa, entre otras cosas. Podría salir -amo la lluvia- caminar hasta la plaza y foto-grafiar los murales bajo el agua... necesitaría un paraguas, no para mí, sino para la cámara, y en ese preciso instante me acuerdo del paraguas que no compré en Montevideo, transparente y soñado, muy al estilo La Maga. No lo compré, porque ¿cuándo llueve aquí? hoy, por ejemplo, hoy llueve y yo sin mi paraguas transparente y soñado estilo La Maga para fotografiarlo desde abajo... y qué hará ahora, con tanta lluvia? y qué haré ahora, con tanta lluvia? y ojalá supiera dibujar para grafiar de algún modo mi paraguas transparente y soñado debajo de esta lluvia... Y vuelve la luz... y la casa, entre otras cosas, sigue oscura.
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